Mujer
He
bebido, de tus labios de nenúfar,
el
líquido ardiente,
sin
prisas.
Ebrio
yazco en la obscura noche
de
cuerpos entrelazados.
Juncos
que se mecen, indolentes,
bajo la
brisa del susurro de tu voz.
Y no
quise abrir mis ojos de amapola
pues,
sin contemplarte,
he
contado cada uno de los lunares de tu piel.
Y rio,
y lloro y sueño.
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